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A su lado en la sombra de la depresión: guía para familiares y amigos

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Carla Carrera, psicóloga del Departamento de Psicología Clínica de CIPSA.

Hoy quiero hablar sobre cómo acompañar a un ser querido que atraviesa la depresión, lo que puede ser una experiencia difícil y emocionalmente intensa, especialmente cuando muestra resistencia a recibir ayuda profesional.

Ten en cuenta que la depresión no es simplemente tristeza ni falta de voluntad; es un trastorno del estado de ánimo. Y en estos momentos, el entorno cercano puede convertirse en un pilar fundamental: un espacio seguro donde la persona se sienta comprendida y acompañada, sin presión ni juicios.

En este artículo quiero ofreceros consejos prácticos a los familiares y amigos, que muchas veces quedan en la sombra.

En primer lugar, entender la depresión es fundamental. No se trata de flojera o debilidad, si no de un trastorno que afecta a sus pensamientos, emociones y conducta, dificultando incluso las tareas más cotidianas. Muchas personas sienten culpa o vergüenza por no poder “salir adelante” solas, miedo a afrontar lo que les sucede o desesperanza porque creen que no tiene solución. Por eso, pueden rechazar cualquier ayuda. Reconocer esta realidad permite actuar con empatía y paciencia, evitando juicios que aumenten la sensación de aislamiento.

Ejemplo: en lugar de decir “anímate, no es para tanto”, puedes decir “entiendo que ahora todo te resulte muy difícil”.

Asimismo, estar presentes implica también escuchar activamente y validar los sentimientos de la persona sin ofrecer soluciones rápidas ni minimizarlos. Expresiones como “entiendo que lo estés pasando mal” o “no tienes que afrontar esto solo/a” transmiten comprensión y apoyo. Cada pequeño esfuerzo que la persona realice —levantarse de la cama, ducharse o cumplir con una tarea básica— merece ser reconocido.

Ejemplo: “Sé que hoy has logrado salir a caminar un rato, es un gran paso”.

En relación a lo anterior, cuidar la comunicación es clave, evitando frases que puedan parecer reproches o exigencias. En su lugar, es recomendable utilizar preguntas abiertas que inviten a la persona a expresar sus deseos y necesidades, y mostrar disponibilidad sin presionar. Presentar opciones accesibles, como la visita al médico de cabecera, líneas de ayuda telefónica o información sobre la terapia psicológica, puede abrir pequeñas ventanas de oportunidad hacia la búsqueda de apoyo.

Ejemplo: “Si te parece, podríamos mirar juntos el número de tu médico o buscar un centro de psicología, por si en algún momento quieres consultarle”

Además, ten en cuenta que proponer pequeñas acciones en el día día, con suavidad, puede marcar la diferencia. Invitar a actividades sencillas, como caminar unos minutos, escuchar música o preparar algo de comer juntos. Igualmente, ofrecer apoyo en tareas difíciles —compras, gestiones, limpieza— sin asumirlo todo, puede reducir la carga y favorecer que recupere poco a poco motivación.

Por otro lado, estar atentos a señales de riesgo es vital. Comentarios sobre no querer vivir, ideación suicida o desesperanza profunda requieren atención inmediata. En esos casos, lo importante es mantener la calma, permanecer a su lado y, si es necesario, acudir a servicios de urgencia o líneas de crisis (como el 024), garantizando la seguridad de la persona sin dejarla sola.

Por último, el cuidado del familiar o amigo que acompaña también es esencial. Acompañar a alguien con depresión puede generar un desgaste emocional importante, por lo que es recomendable establecer límites saludables, cuidar la propia salud física y mental y buscar apoyo cuando sea necesario. También, compartir experiencias con personas de confianza o recibir orientación profesional permite sostener el acompañamiento sin sobrecargarse.

En resumen, acompañar a alguien en la sombra de la depresión requiere paciencia, comprensión y constancia. Estar presentes sin juzgar ni presionar, ofrecer oportunidades de conexión y valorar cada pequeño esfuerzo puede construir un camino hacia la apertura y la mejora del bienestar de la persona. Y, por supuesto, no olvides proteger la salud emocional de quienes acompañan.

Como siempre un abrazo de 20 segundos para cada lector/a.

Carla Carrera González
Psicóloga del Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

Ángela Carrera Camuesco
Especialista en Psicología Clínica
Directora de CIPSA

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