DEPENDENCIA EMOCIONAL

Hola de nuevo a los lectores asiduos y nuevo hola para los que se estrenan. El post está a cargo de Jaime Hazas García, Laura Mansell Rodríguez y Ainhoa Santesteban Barrena, psicólogas/o en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica de CIPSA. Marzo y Mayo han sido dos meses dedicados a la educación en dependencia emocional de la mano de la psicóloga y sexóloga Marta Arasanz. Si no habéis tenido el placer de leer la primera parte de esta entrega “El amor no es un cuento de hadas”, os invitamos a hacerlo. En esta segunda parte, recogemos el concepto de dependencia emocional, compañera íntima de los mitos del amor romántico.

¿Qué es la dependencia emocional?

Es una excesiva necesidad patológica de cariño, afecto y disponibilidad constante que sienten algunas personas con respecto a alguien con quien han establecido un vínculo afectivo, normalmente sus parejas sentimentales, llegando a dañar tanto su relación como su vida social y su propio bienestar a medio y largo plazo.

¿Existe un perfil de personalidad más propenso a mantener una relación dependiente?

En las parejas dependientes, es habitual encontrar que uno de los miembros tiene una personalidad  narcisista, manipuladora, seductora y muy hábil. Suelen aparentar tener seguridad en ellos mismos y una adecuada autoestima. Utilizan el insulto, la coacción y la victimización como método de enganche. La otra persona, por el contrario, suele presentar una personalidad marcada por un apego inseguro que comienza en la infancia y se proyecta en las relaciones adultas futuras. En la adultez, tendemos a buscar que nos den lo que sentimos que no nos dieron cuando éramos pequeños. Es ahí donde comienza la personalidad dependiente; si mis cuidadores no atendieron a mis necesidades de forma segura, constante, en mi primera infancia, buscaré alguien que las cubra ahora al 100% y dependeré de él/ella.

¿Cómo se desarrolla la relación dependiente?

El inicio de la relación suele ser muy bonito, rápido y maravilloso, y es común sentir “mariposas en el estómago” y  una especie de ansiedad o subidón. Sin embargo, una vez establecida la relación, el narcisista comienza a jugar con los tiempos (aparezco, desaparezco). Utiliza el refuerzo intermitente, el ahora sí, ahora no, y hace que la pareja se enganche. Asimismo, se sirve de estrategias como el poder, el control y las creencias vinculadas a la necesidad afectiva (aquí entrarían los mitos del amor romántico). De esta manera, se crea una relación asimétrica, donde la persona dependiente tiene miedo a la soledad, al fracaso y al conflicto, y siente ansiedad anticipatoria cuando ve peligrar la relación, actuando de forma pasiva y/o sumisa.

Pero… ¿Por qué es tan difícil salir de una relación dependiente?

Podemos dar una explicación a esta pregunta basándonos en la metáfora de la rana en la olla, que dice lo siguiente: “Si metes una rana en agua hirviendo, la rana saltará fuera del recipiente. Sin embargo, si la metes en la olla con el agua fría, al subir la temperatura poco a poco, la rana no se dará cuenta, se sentirá cada vez más mareada y finalmente ya no podrá escapar y morirá”. Con esto podemos entender que lo que ocurre es una normalización del patrón de conducta disfuncional donde el narcisista y el dependiente se retroalimentan de forma sutil y progresiva. De esta manera, la persona dependiente acaba en una situación en la que no existen los límites personales, no hay autoestima, seguridad, ni respeto hacia uno mismo y se acaba aceptando a la pareja como prioridad.

Por otro lado, es bien sabido que la dependencia emocional es una puerta de entrada a la violencia, aunque no siempre acabe en ella. Cuando alguien se encuentra ante una situación de violencia física sí que suele saber que se encuentra en una situación delicada, pero no ocurre lo mismo con la violencia psicológica, donde la persona no suele darse cuenta y/o no quiere salir de ella por todo lo que piensan que les “aporta” la relación.

¿Cómo salir de ahí?

Para lograr salir de ese círculo vicioso, es fundamental trabajar y producir cambios en las creencias de la persona, así como en su miedo y en el posible aislamiento al que le ha sometido la pareja. Por otro lado, es importante también incidir en sus actitudes y el lenguaje hacia sí mismo, aceptar que su pareja no lo quiere, lo trata mal, lo hace sentir mal, lo utiliza, no lo ayuda, etc. Asimismo, es necesario trabajar en el paradigma de estar en pareja (influenciado por parámetros sociales), donde “estar solo significa que no soy querible”.

Así pues, ¿se puede salir de una relación de dependencia emocional? Marta nos dice que sí, y que se sale con una mayor “revolución interna”, pudiendo tener buenas relaciones en el futuro. Marta nos invita a reflexionar acerca de que la buena pareja no debe ser una necesidad, sino un complemento; es como un buen accesorio (un buen bolso, unos zapatos de tacón…) porque ha de complementarnos y elevar nuestro look, potenciándonos.

Como siempre, un abrazo de 20 segundos para cada lector/a. Os esperamos en la próxima temporada de Reencuentros con… que comenzará este próximo Octubre de 2023. Esperamos veros a todos/as de nuevo ahí.

 

Jaime Hazas, Laura Mansell y Ainhoa Santesteban
Psicólogas en prácticas en el Departamento de Psicología Clínica
del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA

 

 

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